Mario Negri



La Unión Cívica Radical sumó anoche nuevos triunfos en las elecciones de renovación de autoridades municipales en Córdoba.
En Mina Clavero, el actual intendente radical, Alberto Giménez, obtuvo una importante ratificación: selló una victoria sobre los candidatos de Unión por Córdoba y de Unión Vecinal. Giménez se impuso con una diferencia de 400 votos sobre el postulante de UC. El candidato a gobernador radical, Mario Negri, acompañó anoche a Giménez en los festejos del radicalismo de esta importante ciudad de Traslasierra.
En tanto, la Unión Cívica Radical también ganó las elecciones en Luque (departamento Río Segundo), con su candidato Héctor Romano, quien superó al justicialismo por 293 votos.
Los triunfos radicales no terminan ahí. Los candidatos de la UCR de Piquillín, el actual intendente Rodolfo Griffo, y de Dalmacio Vélez Sársfield, Edson Franco, aventajaron a los respectivos postulantes de UC.
En las comunas, el radicalismo se impuso en Las Albahacas (Río Cuarto) y en Pozo Nuevo (Sobremonte), donde fueron elegidos respectivamente Carlos Roldán y Gladys Espíndola.

El siguiente artículo de Mario Negri constituyó la base en torno a la cual el candidato preparó su exposición en la charla-debate convocada por el Instituto IDES, de Río Tercero, en mayo último, sobre el tema "Juventud, Participación y Política".

¿Saben cómo surge la palabra “hacker” en el mundo de la informática?
A comienzos de los 70, en Estados Unidos, entre los primeros programadores y aficionados a las nuevas redes y aplicaciones de software.
Eran una especie de tribu.
Intervenían en las redes en busca de nuevas técnicas y conocimientos. Y los obsesionaba una cosa: que toda nueva adquisición tecnológica, que toda nueva aplicación, sea compartida y estuviera al alcance de toda la comunidad de aficionados.
Lo que hoy es internet se lo debemos, en gran medida, a estas mentes abiertas e inquietas.
En buena medida gracias a ellos, internet logró ser con el correr de los años un espacio abierto, que favorece la comunicación, la cooperación, la difusión de conocimientos.
Hoy nos sorprende, pero fue así: el hacker de aquellos años reclamaba libertad irrestricta de movimiento, pleno acceso a la información, publicación de todo y socialización de todo resultado de investigación.
Podemos decir, ¿por qué no?, que aquella primera tribu informática encarnaba un modelo de democracia. Un modelo que se oponía a aquellos que, por el contrario, buscaban retacear, esconder, disimular, ocultar.
Fijémonos que el verbo “hack”, en inglés, significa “cortar”, “tajear”, “producir un corte”. Y lo que se trataba era, precisamente, de cortar, de abrir un tajo a ese reducto impoluto y sagrado que era la red.
Contra los custodios de ese reducto, se levantaron los hackers.
Lamentablemente, hoy por “hacker” se entiende otra cosa. La palabra ya perdió ese sentido libertario que tuvo en su origen. Hacker puede ser un vivillo que se dedica a robar contraseñas del messenger. Incluso es, en muchos lugares, una figura criminalizada.
Lo que nos importa, y para eso quiero aprovechar este encuentro con ustedes, que son jóvenes y estudiantes universitarios, es pensar en nuevas formas de participación.
Pienso que es un tema sobre el cual podemos tener un rico intercambio de ideas.
Si ustedes han elegido estudiar, es porque les importa su futuro. Y si les importa el futuro, está claro que no pueden dejar de interesarse por la sociedad en la que viven, la sociedad donde luego pondrán en práctica las competencias que adquieran con sus estudios.
Y a mí, como representante de la clase política, independientemente de los cargos y adhesiones partidarias, me importa escucharlos y promover discusiones.
Suele hablarse, como si fuera una muletilla, sobre la “apatía” de los jóvenes. Sobre su escaso, o nulo, interés por la participación política.
Quiero, de entrada, apartarme de esta idea. En todo caso, creo que si convenimos en que hay apatía, no es exclusiva de los jóvenes.
Pero igualmente creo que no hay tal cosa, no veo que haya desinterés. Por el contrario: en estos meses, como presidente de mi partido en Córdoba, he recorrido mucho la provincia. Y la impresión que tengo es que hay mucha juventud movilizada, mucho acercamiento a las organizaciones (no sólo políticas).
En todo caso, si analizáramos qué es esa supuesta “apatía” de la que tanto se habla, yo me inclinaría a pensar que se trata de cierto desdén hacia las viejas formas de participación.
La participación hoy, no es lo mismo que en los ’70.
Cuando yo tenía la edad de ustedes, la única manera válida de canalizar nuestras inquietudes políticas y sociales, era militando en un partido político.
El partido político aglutinaba, unía, hacía converger. No con un sentido corporativo y sectorial. Era una filosofía la que nos convocaba.
Desde luego que los partidos siguen siendo básicamente eso (y ojalá lo sigan siendo por mucho tiempo): doctrinas, idearios y programas en orden a los cuales un grupo postula sus candidatos, se presenta a las elecciones, alcanza eventualmente el poder, y así modifica y mejora la realidad.
Lo que ocurre hoy es que los partidos políticos ya no son los únicos actores. En los últimos años (tanto en Argentina como en el resto del mundo) se han sumado y han adquirido fortaleza distintos tipos de organizaciones sociales que, si bien no se proponen alcanzar el poder, sí buscan incidir y gravitar en la realidad.
Me refiero a infinidad de organizaciones locales, civiles, ciudadanas, ONGs, cooperativas, foros, voluntariados, asambleas vecinales, grupos solidarios, etcétera, etcétera.
Miles de nuevas organizaciones que surgen día a día. Que tal vez no buscan cumplir el gran proyecto político. Pero que sin duda sí se proponen modificar la sociedad, una porción de la realidad, haciéndola más justa, más solidaria, más eficiente.
Muchas de estas organizaciones dan cabida a grupos de minorías (étnicas, religiosas, sexuales, etc) y en muchos casos son el eje de participación de sectores tradicionalmente relegados por el sistema político (mujeres, jóvenes). La inclusión de estos sectores es prioritaria para el sostén y el mejoramiento de la democracia.
Creo que con razón, y sin el menor matiz despectivo, podemos llamar a este nuevo escenario, y a este nuevo fenómeno, como el de la “micropolítica”.
Entonces, al ver el surgimiento y el dinamismo que tienen estas nuevas organizaciones, me causa gracia que se siga hablando de “apatía”.
Por cierto, no les voy a mentir: me gustaría mucho que los partidos políticos recuperen esa mística convocante que tuvieron en los 70. Y en mi partido, en la Unión Cívica Radical, trabajamos incansablemente para eso, para despertar nuevas ilusiones y utopías colectivas.
Pero tenemos que reconocer que ya no somos los únicos. Que la vida democrática hoy se nutre de una multiplicidad de actores. Y que incluso es bueno inventar nuevas formas de participación.
A esto me gustaría alentarlos, y con ello cierro estas palabras para escucharlos a ustedes y propiciar el debate.
Las nuevas tecnologías nos abren un espacio inédito, hasta hace poco inimaginable: el ciberespacio. Nuevos modos de intervención pública tienen lugar en este medio. Ustedes quizás los conozcan mejor que yo, así que no quiero aburrirlos enumerándolos. Pero desde luego que me refiero a los foros virtuales, blogs, comunidades interactivas... Lo que trato de hacer ver, y que ustedes piensen, es en la potencialidad política y pública de estos medios.
Emplear activamente nuevos recursos de expresión y participación: Ese tiene que ser uno de los desafíos modernos de la democracia. Y a ello los invito: busquen nuevos medios, intervengan, tomen la palabra, tiendan redes, háganse oír.
Sean un poco los hackers de nuestra sociedad.




Mario Negri